Ágora 2.0

Blog del alumnado de Filosofia de la Universidad de Zaragoza

Archive for 8 de abril de 2010

Armán-Zizek, Deleuze-Foucault, Althusser-Lenin.

Posted by forseti4y9 en 8 abril 2010

Armán nos da noticias de Zizek: “el pensamiento de Foucault, Deleuze y Guattari, los filósofos mejor caracterizados de la resistencia, ha derivado efectivamente en la ideología de la nueva clase dominante”
Efectivamente, según la reseña del libro de Zizek Organos sin cuerpo. Sobre Deleuze y consecuencias. Valencia: Pre-Textos, 2006, (http://ethos.url.edu/articles/72/1/Zizek-S-Organos-sin-cuerpo-Sobre-Deleuze-y-consecuencias-Valencia-Pre-Textos-2006/Pagina1.html) «Deleuze es retratado como un ideólogo del capitalismo digital, ejemplo de ello lo encontramos en la pregunta ¿no es la anti-centralización el tema del nuevo capitalismo digitalizado?, o en esta otra, ¿no es la publicidad el trabajo sobre la comunicación de intensidades afectivas por debajo del nivel de significado?, la respuesta es evidente, sí. Finalmente, ¿no es el capitalismo una poderosa máquina de desterritorialización que genera nuevos modos de territorialización?».
Esta pregunta que acaba de ser formulada me trae a la cabeza, y no sé si realmente tiene relación o es que ya estoy gagá, la reflexión de Althusser de que la esperanza está en los movimientos de masas, que tendrían la primacía sobre sus organizaciónes políticas, pero que esos movimientos corren el riesgo de caer bajo la ley de organizaciones sin las que ciertamente no pueden pasarse pero que no parecen haber descubierto aún -insertas como están en la tradición y los modelos marxistas-socialistas existentes- una forma adecuada de coordinación sin dominación jerárquica.
Me pregunto si acaso el marxismo-socialismo no es el perfecto compañero de viaje del capitalismo. Si puede ser verdad que Deleuze y Foucault sean los perfectos compañeros de viaje de la dominación desterritorializada, corporalizada, y antijerárquica, si acaso el discurso de estos autores no emancipe sino que incluso legitime la dominación, del mismo modo que legitima la revuelta.
En este sentido, conviene subrayar que Althusser no es optimista, pero se remite a la frase de Marx: de todas maneras, «la historia tiene más imaginación que nosotros», de todas maneras estamos reducidos a pensar por nosotros mismos.
Y continúa diciendo Althusser: «No, no me adhiero a la frase de Sorel recogida por Gramsci: el escepticismo de la inteligencia más el optimismo de la voluntad. No creo en el voluntarismo en la historia. Por el contrario, creo en la lucidez de la inteligencia y en la primacía de los elementos populares sobre la inteligencia».
Y es que para Althuseer, aquel comunista, navegamos en la mierda, «pero si aquel inmenso río de mierda se atraviesa finalmente, entonces en el infinito está la playa, el sol y el viento de una primavera naciente. Todo el mundo baja, ya no hay más lucha entre los hombres y los grupos de interés puesto que no hay ya relaciones mercantiles sino una profusión de flores y frutas que cada uno puede coger para su deleite. Estallan entonces las «pasiones gozosas» de Spinoza e incluso el Himno a la alegría de Beethoven. Mantuve entonces la idea de que los «islotes de comunismo» existen hoy, en los «intersticios» de nuestra sociedad (instersticios, palabra que Marx aplicaba -a la imagen de los dioses de Epicuro en el mundo- a los primeros núcleos mercantiles en el mundo antiguo), allá donde no reinan relaciones mercantiles
Esto es, cabe preguntarse con Armán y Zizek, ¿mientras haya clase dominante habrá ideología?. ¿Es la de Foucault y Deleuze la ideología que ahora nos somete?.
Y yo añado si también cabe preguntarse si aún podemos creernos algo del cuento del comunismo, entendido como lo hace Althusser: no hay ya relaciones mercantiles sino una profusión de flores y frutas que cada uno puede coger para su deleite (todo lo que estamos comentanto de Althusser está en pág. 300 y alrededores de El Porvenir es largo, Ediciones Destino, 1992).
Quizá la respuesta la dio ya Althusser, al comentar al hilo del mayo del 68 (pág. 307 y demás del mismo libro), lo que ya sabemos por las clases de Filosofía Política (que la batalla no está perdida mientras uno no se rinde… Tolstoi etc.). En concreto, cuando denuncia que la descomposión del movimiento de masas la propició el propio partido (que Althusser escribe con «P» inicial mayúscula) comunista:
«El Partido organizó en realidad la descomposición del movimiento de masas al forzar a la CGT (a la que, a decir verdad, no precisaba de violentar, vistos sus lazos orgánicos) a sentarse en la mesa de la paz de negociaciones económicas y, como los obreros de la Renault no las aprobaron, reanudándola algún tiempo después, y rehusando también todo contacto con Mendès en Charléty, cuando el poder gaullista estaba prácticamente vacante, los ministros habían abandonado sus ministerios, y la burguesía huía de las grandes ciudades hacia el extranjero llevándose sus bienes. Un simple ejemplo: en Italia, los franceses no podían cambiar sus francos en liras, ya no se aceptaba el franco, ya no valía nada. Cuando el adversario sostiene que la partida está definitivamente perdida para él, Lenin lo ha repetido diez veces, cuando en lo alto ya nada marcha y debajo son las masas las que suben al aslato, no sólo la revolución está «a la orden del día», sino que la situación es de hecho revolucionaria.
Para acabar, más de Althusser (pág. 300): «No sé si la humanidad conocerá nunca el comunismo, aquella visión escatológica de Marx. Lo que sé en cualquier caso es que el socialismo, la transición forzada de la que hablaba Marx, es la ‘mierda’ como proclamé en 1978 en Italia y en España ante auditorios desconcertados por la violencia de mi lenguaje».

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